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La Intervención Francesa (página 2)




Enviado por ivan_escalona



Partes: 1, 2

De Amozoc, en donde pernoctaron, las fuerzas invasoras salieron en la madrugada hacia Puebla. Lorencez pensó que al atacar y vencer a las tropas mexicanas posesionadas de las alturas ellos le permitirían apoderarse de puebla, cuya caída sería un triunfo espectacular para su causa. A las once de la mañana, los franceses iniciaron el ataque del fuerte de Guadalupe con dos compañías de zuavos y diez piezas de artillería de montaña defendía a los atacantes de los embates de la caballería mexicana, situada en la planicie poblana. Al ser atacadas las tropas de Negrete, acudió en su ayuda la brigada de Berriozabal. Zaragoza personalmente, apoyado a la izquierda por la brigada de Lamadrid y a la derecha por la división de Días, a cuyo extremo situó el resto de la caballería, auxiliaba en la acción. Después de una hora y cuarto de ataque, los franceses habían agotado sin resultado favorable alguno la mitad de sus municiones, por lo cual Lorencez ordenó un ataque general. Hizo avanzar cuatro batallones de cazadores para reforzar a zuavos y marinos, los cuales no lograron adelantar gran cosa, debido al fuego graneado que los mexicanos les enviaban desde Guadalupe y Loreto. La caballería mexicana rodeó a los cazadores que habían quedado de reserva en la planicie, los cuales se defendieron valientemente. Cuando dos nuevas compañías de zuavos iban a apoyar a sus compañeros en difícil situación, una fuerte tormenta, acompañada de una copiosa granizada, complicó el avance de los franceses que rodaban por las pendientes resbalosas soportando una lluvia de fuego y de agua. Esto obligó al general Lorencez ordenar la retirada, habiendo perdido 476 soldados y recogiendo 345 heridos. El ejército mexicano contó con 83 muertos, 132 heridos y 12 desaparecidos.

La derrota del ejército francés en Puebla el 5 de mayo de 1862 fue para el pueblo mexicano, dividido, desesperado, temeroso de perder nacionalidad, libertad y territorio, representó un triunfo de incalculable importancia, el comienzo de una nuevo día, el resurgimiento del optimismo y de la confianza. México, con un pequeño desprovisto de armamento moderno, casi improvisado, pero dirigido por jóvenes y hombres de mediana edad como Zaragoza, Días, Berriozabal, Escobedo, etc.

Lorencez retrocedió hacia Orizaba lentamente, seguido de cerca por fuerzas mexicanas que aumentaban con la llegada de las tropas que González Ortega traía. Los invasores, por su parte, recibieron los contingentes del general Márquez, con más de 2,500 jinetes, y también del general Douay con frescos refuerzos de Francia y él mismo, valiente y pudoroso militar.

Dispuestos los mexicanos a derrotar a los invasores o forzados a reembarcase, los ejércitos nacionales con Zaragoza y González Ortega se adueñaron del cerro del Borrego, del cual fueron desalojados por errores tácticos. Zaragoza regresó al altiplano, en tanto que Lorencez esperaba pacientemente rehacerse y también nuevos contingentes con que proseguir la guerra. La estrategia napoleónica, consistente en dominar rápidamente a México para apoyar el movimiento surista de los Estados Unidos y vencer al norte, se desbarataba. En tanto que le impidió convertirse en el amo de México y decepcionado de las intrigas de Saligny y de Almonte, escribía algo de su propio y dura experiencia.

Los planes expansionistas de Francia

Este país y su gobernante Napoleón III, en una política abiertamente expansionista – recordemos que era una país capitalista con presencia en Asia y África -, buscaba ponerle un dique a la expansión protestante de los Estados Unidos, por lo que veían con naturalidad colocar en el trono de México a un príncipe católico fiel a los intereses franceses.

La situación política de América lea era favorable, México estaba convertido en un país débil, con graves problemas producto de luchas internas y con una élite que veía con agrado un gobierno monárquico con un príncipe extranjero que le diera un gobierno estable; los Estados Unidos empezaban una guerra interna en la que se enfrentaban: El norte industrial y el Sur esclavista, por lo que les era imposible aplicar la Doctrina Monroe, en ese momento.

Las fuerzas invasoras europeas llegaron a las costas de Veracruz, con las siguientes fuerzas: España, 6200 hombres, Francia 3,000, Inglaterra, 800. Francia pide con urgencia 2,500 hombres más.

El gobierno mexicano, tratando de neutralizar la presencia de las tropas extranjeras, procede así:

Pide al congreso la derogación del decreto del 17 de julio que venían a ser la causa de la intervención.

No provocar a los invasores.

Da instrucciones al ministro de Relaciones, Manuel Doblado, para entrar en contacto con los jefes de la expedición invasora.

Ingleses y españoles al examinar la situación y ver la disposición del gobierna mexicano, para arreglar pacíficamente las diferencia, empiezan a dudar de las verdadera intenciones de los franceses que no se ciñen al acordado en la Convención de Londres.

El gobierno de Juárez, a través del ministro de Relaciones Exteriores, Manuel Doblado, empieza la negación que dará lugar a los Tratados de la Soledad. En este documento se daba reconocimiento oficial al gobierno de Benito Juárez y ciertas facilidades a los invasores para que preservaran su salud permitiéndoles avanzar hacia las zonas menos insalubres. Los enviados de Inglaterra, Wyke, y de España, Juan, sedan cuenta de las verdaderas intenciones de los franceses y se tiran de la Alianza Tripartita regresando a sus países. Al romperse las pláticas, se inician las hostilidades entre Francia y México.

El avance francés y la batalla del 5 de mayo.

Antes de hacer un breve recuento de la situación militar, es necesario hacer algunas consideraciones.

Los franceses habían sido alentados en sus planes expansionistas por un grupo de monárquicos mexicanos que recorrieron Europa buscando patrocinadores para hacer realidad sus sueños de instalar en el país una monarquía; se entrevistaron con la reina de España, Isabel II y con el emperador de Francia Napoleón III. La idea de creer que México sólo se salvaría a través del gobierno de monarquía tuvo sus máximos representantes en: José María Hidalgo, José María Gutiérrez Estrada, el P. Francisco Javier Miranda y Juan Nepomuceno Almonte. Los conservadores mexicanos que habían luchado dentro del país por sus ideales, al principio vieron con recelo esta situación pero cuando obtuvieron garantías de que no se atentaría contra la soberanía de la nación ni contra su independencia, se adhirieron a los monárquicos. Este fue el caso de los militares conservadores Félix Zuloaga, Miguel Miramón y Tomás Mejía. Francia, protagonista de este histórico, era considerado como una potencia y su ejército, uno de los mejores del mundo, fogueado en campañas bélicas de Asia y África con un armamento moderno y una disciplina férrea. El ejército francés contaba con un aliado interno, el ejército conservador. El ejército liberal habían planeado luchar para preservar nuestra soberanía en contra del invasor extranjero y sus aliados internos.

El rompimiento de las pláticas se dio cuando los franceses se sintieron agraviados por las disposiciones del gobierno mexicano y por hacer caso omiso de los Tratados de la Soledad. Avanzaron hacia el interior del país. El primer enfrentamiento entre los dos ejércitos se da en las cumbres de Acultzingo (28 de abril de 1862). El 4 de mayo el ejército invasor dirigido por le conde Lorencez se encontró frente a la ciudad de Puebla. Puebla fue atacada por el ejército francés formado por 6,000 hombres. Lorencez confiaba en su superioridad militar, su organización y su "elevación de sentimientos" la defensa mexicana se parapetó en los fuertes de Loreto y Guadalupe, las tropas nacionales mal armadas, pero con gran determinación, se batieron con heroísmo; Destacaron los indios de Zacapoaxtla diestros en el uso de los machetes. Tres veces intentaron tomar los fuertes y fueron rechazados por los mexicanos, al mando del general Ignacio Zaragoza. La batalla tuvo una duración de cuatro horas y terminó cuando un comunicado telegráfico que dice: "Las armas nacionales se han cubierto de gloria. Las tropas francesas se portaron con valor y sí jefe con torpeza"

Ignacio Zaragoza, jefe del ejército de Oriente fue acompañado por un grupo de distinguidos generales liberales entre ellos destacan: Antonio Álvarez, Porfirio Díaz y Miguel Negrete, entre otros. Esta acción bélica levantó la moral de los liberales mexicanos y del pueblo en general, que observó que era posible derrotar a los invasores con el ideal de no ver al país sometido a un poder extranjero. Napoleón III envía a México una fuerza mayor, 31,000 soldados. La jefatura del ejército intervencionista se le confía a la mariscal Elías Federico Forey y el armamento se enriquece con la llegada de fusiles de reciente modelo y más de medio centenar de cañones.

Los franceses se reorganizan, y en marzo de 1863, después de haber tomado plazas menores y subordinado a los conservadores mexicanos por completo, el mariscal Forey sitia Puebla durante 62 días. Al cabo de ese tiempo y por falta de municiones y víveres, el general Jesús González Ortega, defensor de la plaza, la entrega en una acción que se consideraba ejemplar en los anales militares, destruye el armamento que aún les quedaba. Los jefes militares hechos prisionero son enviados a Francia; en el camino a Veracruz algunos de ellos logran evadirse, como Jesús González y Porfirio Díaz. Ante la toma de Puebla el presidente Benito Juárez, con los franceses a un paso de la capital, traslada su gobierno a San Luis Potosí (31 de mayo de 1863) contando además con facultades extraordinarias que le daba el Congreso para preservar la soberanía del país.

La Ocupación de la capital por los franceses

Los franceses entran a la capital en junio de 1863, desconocen al gobierno de Juárez, pero respetan las Leyes de Reforma. Los invasores forman un gobierno con las siguientes características:

Nombran una junta de gobierno de 35 miembros que designarían a: 215 personas para integrar una junta de notables y un ejecutivo que regiría a la nación de manera provisional. Una junta de Notables escogió una forma de gobierno monárquica de tendencia moderada, hereditaria y con un emperador que tendría que ser un príncipe católico. Sé él ofreció la corona al archiduque de Austria, Fernando Maximiliano de Habsburgo, quien aceptó el cargo de común acuerdo con su esposa Carlota Amalia de Bélgica. Los monárquicos mexicanos, les hicieron creer que el pueblo los esperaba con los brazos abiertos.

El militar francés Achille Bazaien, veterano de las guerras de Argelis y Crimea reemplazan al mariscal Forey en octubre de 1863, con la misión de controlar al país. Contaba con más de 40,000 hombres que en pocos meses ocuparon gran parte de la República; centro, occidente, oriente y parte estratégicas del Norte y el Sur. El control que ejercen las tropas invasoras sobre gran parte del país resultaba negativo para ello, pues tenían que dispersarse sobre un vasto territorio. Las tropas juristas se reagruparon y con la ayuda del pueblo apoyaron la batalla. En abril de 1864, Maximiliano acepta la corona de México. Se embarca y llega a Veracruz en mayo y el 12 de junio entra a la Ciudad de México.

Establecimiento del imperio de Maximiliano

El gobierno de Maximiliano respeta las Leyes de Reforma; él mismo era un hombre liberal, lo cual le causó los primero problemas con los sectores que le habían ofrecido la corona: los conservadores, los monárquicos y el clero. Su gabinete lo integró con liberales moderados.

Las medidas liberales que sostuvo durante su gobierno fue la tolerancia de cultos, la desamortización de los bienes de la Iglesia, la secularización de los cementerios y, mediante un decreto, declaró abolidas las deudas de los peones con los hacendados. Les parte negativa de su proceder fue, sin embargo, él haber ocupado un puesto, que el pueblo no le había otorgado, así como él haberse rodeado de una corte falsa formada por arribistas ricos que creían estar en Europa y entre quienes resurtió órdenes en nobleza, cargos y condecoraciones. Negoció préstamos onerosos para la nación, despilfarró mucho dinero en los gastos de la corte. Destinó, además, un alto presupuesto para el sostenimiento de las tropas de ocupación; los funcionarios mexicanos se quejaban de que supeditaba sus acciones a las opiniones de sus consejeros europeos.

Juárez y la defensa de la soberanía

En 1865 se hace encarnizada. El presidente Juárez obligado por las circunstancias se establece en el paso del Norte, hoy Ciudad Juárez, Chihuahua (15 de agosto de 1865); al problema militar se agregó el problema político. Juárez prorroga su mandato en noviembre de 1865 por la ausencia de condiciones propicias para celebrar elecciones. Este hecho suscita una serie de fricciones entre los liberales, mismas que logran superarse al anteponer a sus ambiciones personales la defensa de la patria.

Puede decirse que en este momento surgió una lucha adoptada por los liberales fue la guerra de guerrilla que provocó estragos entre las tropas imperiales

La resistencia militar mexicana

En muchas partes del país los liberales republicanos se caracterizan por esa forma de combatir destacan: Mariano Escobedo, Ramón Corona, Nicolás de Regules, Porfirio Díaz y Vicente Riva Palacio, entre otros.

Ante la impotencia para terminar con los republicanos, los jefes militares de los imperios recurren a medidas crueles que incluso eran repudiadas por parte del ejército imperial. Entre ellas sobresale un decreto que dicta fusilar en el acto a cualquier persona a la que se le sorprendiera con un arma en las manos.

Cambios en la situación internacional.

Mientras tiene lugar la guerra en México, en otras partes del mundo suceden acontecimientos que van a influir en la situación que se vivía en el país y que incluso favorecen la lucha republicana.

Los hechos inducen a Napoleón III evacuar las tropas que apoyaban a Maximiliano y suspende la ayuda económica otorgada al Imperio (1866). No obstante, Carlota Amalia y Juan Nepomuceno Almonte, ministro plenipotenciario ante Napoleón III, intentan disuadir al emperador francés de que no retire sus tropas, pero todo fue inútil.

El emperador, abdicar al trono a pesar de múltiples presiones entre ellas las de su hermano Francisco José I de Austria y las de conservadores mexicanos (como el general Miguel Miramón).

Segunda, confiar en los conservadores mexicanos y respaldarse con una lucha militar.

Se decide por la segunda: forma un gobierno de conservadores y enfrente militarmente la situación confiado en la capacidad militar de los generales imperialistas mexicanos.

El ejército imperial en manos de generales como Miguel Miramón y Tomás Mejía, logra obtener algunas victorias por su capacidad táctica; sin embargo, las tropas republicanas empiezan a avanzar el centro del país, en un alud incontenible. Destacan las victorias de Mariano Escobedo en Zacatecas; de Porfirio Díaz en Miahuatlan, Oax. Y la Carbonera en Mazatlán, por nombrar los más importantes.

La situación se torna desesperante para el gobierno imperial y sus tropas. Es ese momento Maximiliano decide concentrar sus fuerzas republicanas. A Querétaro llegan Mariano Escobedo y Ramón Corona con 22,000 hombres que logran sitiar a la ciudad. Márquez para que marche a la ciudad de México en busca de refuerzos; Márquez se entera de que Porfirio Díaz amaga a la ciudad de Puebla y sale a combatirlo pero fue derrotado. Días toma Puebla (2 de abril de 1867) con lo que impide toda salida a los conservadores.

La retirada francesa y la victoria de las fuerzas liberales

Los republicanos arriban a Querétaro y Maximiliano, que se habían refugiado en el cerro de las campanas, entrega la plaza con la idea de que se le permitiría regresar a Europa; el emperador entrega su espada a Mariano Escobedo en señal de rendición (15 de mayo) y junto a él es hecho prisioneros todos los altos jefes militares así terminaba el Segundo Imperio Mexicano. Un consejo de guerra juzgó a Maximiliano y a sus más distinguidos generales. Se les aplicaba la ley del 25 de enero de 1862 que imponían la pena de muerte para los infractores de las faltas siguientes; delitos contra la independencia del país, delitos contra la paz pública, delitos contra las garantías individuales. Se les encontró culpables y, no obstante la campaña internacional y las presiones de que fue objeto el gobierno mexicano, el presidente Juárez se mantuvo inflexible y la sentencia se cumplió el 19 de junio de 1867. En el cerro de la Campanas, Maximiliano de Habsburgo, Miguel Miramón y Tomás Mejía fueron fusilados.

Bibliografía:

Enciclopedia "Historia de México", Primera edición, México D.F. 1978, Editorial: Salvat Mexicana de editores, Tomo IX, P.p. 2065 – 2090.

 

 

Autor:

Iván Escalona M.

Estudios de Preparatoria: Centro Escolar Atoyac

Estudios Universitarios: Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias sociales y Administrativas (UPIICSA) del Instituto Politécnico Nacional (IPN)

Ciudad de Origen: México, Distrito Federal

Fecha de elaboración e investigación: Noviembre de 1998

Profesor que revisó trabajo: Adrián Gutiérrez (Profesor de Historia del Atoyac y alias: Chico Homo)

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